14/04/99
- Interlatencias
- 29 ago 2021
- 5 Min. de lectura
Por: Andrés Ramírez

Plácidas luces y dulces canciones
bien mantienen su esencia de pureza,
aunque en el viento sople la tristeza
buscando anidar nuestros corazones.
Y la eterna llama de los blandones
Impide que se caiga en tal bajeza;
bailen, almas, con bella ligereza
al cadente son de las emociones.
Sigamos riendo quitados de pena;
que las suaves voluntades perduren
en recuerdos que el tiempo jamás frena.
Pues así es la amistad que tanto llena,
sin importar cuánto los años maduren.
¡Vivamos, amigos, la vida buena!
14/04/99
-Capitán, esperamos sin razón alguna. Llevamos varios días dando círculos en busca de un mito, de una historia. ¡No soporto más esta lancha! Quiero volver capitán, ¡se lo pido!
-No. No lo entiendes porque no viste lo que pasó.
-¿Eso es todo? ¿Acaso no se da cuenta de la carga que pone en mí? ¡¿Acaso recuerda cuánto llevamos aquí?! ¡Estamos en un desierto! No hay otros sonidos más que el del mar, y prefiero que esté así tranquilo y uniforme, aunque lo odie. No deberíamos de estar tan lejos de tierra en esta lancha y cada día nos alejamos más. En cualquier momento el mar se puede poner de mal humor.
-¡Cállate! Creo que vi algo.
-¡Por un demonio! ¡Lleva viendo cosas por días! Por Dios… ¡Confundió una gaviota con la cola de una ballena!
-Has tenido el tiempo suficiente para nadar a la costa, hace dos días no estábamos tan lejos. No puse una pistola en tu frente para que te quedaras, no estás obligado a nada.
-¿Hace dos días? ¡Llevamos aquí una
semana! Capitán, ¿cómo lo iba a dejar cuando creía en usted? Es decir, hemos salido juntos al mar por años, he aprendido muchas cosas de usted y por usted conozco las bellezas del mar. Por eso le pido que me escuche, no me gusta estar en estas condiciones hasta acá y por tanto tiempo. Además, ya está oscureciendo y la brisa no promete buenos tiempos.
-No hay razón por la que preocuparse, ya casi estamos en el sitio. Por lo demás, créeme, te entiendo pero no puedo regresar así sin nada; es una de las más grandes belleza y misterios del mar. ¿Sabes que las conchas que encontramos en la playa son sus artesanías? Los
colores de los amaneceres y de los
atardeceres son saludos y despedidas que el mar les
dedica.
-Sólo es un mito, capitán… Oh, no… Está empezando a llover, tenemos que regresar, deme los remos, si no lo hará usted lo haré yo.
-¡No te atrevas! ¡Yo soy el capitán y el barco va a donde el capitán lo ordene!
Saca la lona, es sólo una leve lluvia, te asustas por nada.
Maldita sea… Pero yo soy el
imbécil por subirme a esta porquería y hacerle caso al loco este.
-¿Qué tanto dices? Ya cállate, no has parado ni un…
-¿Ahora qué? ¿Otra gaviota?
-Shh, escucha.
-No se escucha nada, sólo la lluvia y el mar. Vamos venga adentro de la lona, se está mojando de más.
-Espera, hay algo en el aire, un sonido
dulce.
-¡Capitán! La lluvia empeora, venga.
-Ya voy, ya voy.
-La marea está empeorando, pero no podemos hacer nada, estamos a merced del mar y sus olas.
-Tranquilo, todo estará bien.
-Eso espero capitán, eso esp…
-¡Capitán! Carajo, las bengalas. ¿Dónde están? ¡Capitán! Sabía que era mala idea, lo sabía. ¿Qué hago? ¿Me meto al agua a buscarlo? No, mejor sigo con las bengalas, a ver si no se vuelan. ¡Va una! ¡Capitán! Dios mío, apenas e iluminó. A ver con otra… ¡No iluminó nada! ¡Malditas porquerías! No hay ninguna luz, ni la de los truenos porque no hay. El brillo de la luna no pasa las espesas nubes y la densa lluvia no para. Ay, no… No quiero estar aquí, no... puedo respirar… ¡No hay nada! No hay...nada…
-¿Escuchaste los anunciantes susurros
Que las olas exhalan por mi canto?
Canto la pasión del sol agónico
quien mancha de sangre etérea su manto.
Canto la nocturna soledad de la luna,
espejismo argenteo de esperanzas.
Soy el éxtasis, la angustia, la paz
de un suave rumor eufónico
sostenido en el viento solaz.
Deshazte del peso que cargas
olvida el mañana lisonjero,
suelta tu corazón, marinero,
deja que siga el canto armónico.
El dolor como de una punzada lo distrajo de su escritura. Un cangrejo le había pellizcado el dedo meñique del pie, probablemente confundiéndolo con algún animal, por lo que, dejando la destartalada libreta de lado, sobó su dedo. El atolón seguía igual, nada cambia en ese lugar, realmente no hay mucho que pueda cambiar. -Siempre imaginé el infierno de diferente manera, pero resulta que es una isla donde mi única compañía son los cangrejos y pájaros- pensó. Su refugio en el centro de la isla era un conjunto de palmeras, aún no había descubierto cómo hacer una casita con las ramas y las hojas del lugar, siempre que lo intentaba colapsaba, por lo que “de momento” dormía sobre su andrajosa camisa. Claro que el problema eran las lluvias, pero lo resolvía pegándose al tronco de alguna de las palmeras y se cubría con el mismo estropajo.
El tiempo que llevaba ahí en el atolón no importa, o eso era lo que él respondía cuando le preguntaban. ¿Quién? Bueno es que en una situación como en la que él está, es inevitable empezar una plática espontánea con algún pajarillo marino o un travieso cangrejo. Sorprende la aparente coherencia que logró en su escrito, ¿no es verdad? Por lo menos a mí me sorprendió bastante, es decir, escribió un poema muy aceptable para su situación.
Si les soy sincero, dudo que lo salven. La islita esa no está en una ruta comercial y en los mapas se necesita lupa para verla; es verdad que una vez pasó un barco, pero cómo iba a ver al desdichado si ni casa tiene. Sin embargo, no seamos pesimistas, tendrá más tiempo para afinar su escritura, es más, les voy a leer otro escrito de él, nada más no le digan porque se molesta. Dice así:
01/01/98
Lágrimas que se arrastran por mi piel al escuchar los cánticos punzantes de las sirenas que atraviesan mi débil y sensible ser. Las escucho y, como si una nube onírica las cubriera, sólo me deja observar una breve escena de esa música sostenida en el aire. Las sirenas le cantan al fuego. ¿A qué fuego le cantan las sirenas? ¿Será al cielo teñido de tintes rojizos por el sol? ¿Será que le cantan a una ardiente pasión? ¿O será algún desafortunado barco envuelto en llamas, atrapado por las olas? Pero sin importar qué sea, me sigo preguntando en mis adentros: ¿por qué cantan, sirenas? Aunque me hago la pregunta, no me interesa responder pues se diluye en las armonías tejidas poco a poco en el ambiente, flotando etéreamente por obra de las sirenas.
Bellísimo. Siempre que lo leo lagrimeo un poco, soy un sensible disculpen. Creo que lo escribió unos días después de su llegada, algo trae con las sirenas no sé por qué. Bueno, dejemos que siga escribiendo, espero que la siguiente vez que lo visite ya tenga una casita y ojalá se deje la barba, le alegra el rostro. Ah, nada más no le digan que no será rescatado, principalmente por dos razones: 1) Se va a poner triste y 2) no va a querer escribir y me gusta leerlo (aunque no lo parezca). Entonces, que sea un secreto entre nosotros, la esperanza le da un toque, un no sé qué, a sus escritos, sin importar si es falsa.
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