top of page

Akira y la Deshumanización Contemporánea

  • Foto del escritor: Interlatencias
    Interlatencias
  • 29 ago 2021
  • 4 Min. de lectura

Por: Arturo Guzmán



Tokio, Japón, 1988, una gran explosión arrasa con la ciudad. Nadie sabe qué lo hizo, pero sólo se piensa en un responsable; el niño, la leyenda, Akira. Hoy día en nuestras sociedades hemos sido testigos, con el paso del tiempo, de cómo éstas han ido cambiando y se han moldeado gracias a los eventos mundiales que han acontecido; las Guerras mundiales, la Guerra Fría, conflictos que no han hecho más que formar nuestra visión del mundo. Y para hablar de cómo se han

vuelto mayormente cínicas e indiferentes ante éstas situaciones, tenemos como ejemplo a esta película.


Ambientada en un ficticio Neo Tokio, en el 2019 —después de la Tercera Guerra Mundial —los personajes principales son Kaneda y Tetsuo, dos jóvenes que tienen una relación como si fueran hermanos, hasta el día en que éste último sufre un accidente que hace que su vida tome un giro inesperado, chocando con su motocicleta contra un niño de extraña apariencia. Es ahí cuando el ejército se lo lleva a unas instalaciones gubernamentales para realizar experimentos con el joven Tetsuo.


Para empezar, ésta película nos retrata una ciudad reprimida y cansada, falta de oportunidades para salir adelante, con una educación deplorable, fruto principalmente de un gobierno al cual no parece interesarle algún tipo de bienestar social. Muertes, violaciones, asaltos, revueltas y represiones por parte del gobierno local son cosas que se pueden ver en plena calle…. Sumado a eso, un sector de la juventud parece perdida, sin interés en superarse, estancados entre drogas, la holgazanería e irresponsabilidad. Que en síntesis, es un futuro no muy brillante. El objetivo del gobierno con el joven Tetsuo era realizar experimentos con él, al igual que lo hizo con varios niños en el pasado, tratándolos con drogas, todo en aras de crear chicos con poderes y habilidades sobrehumanas, tal como hace años lo logró el legendario Akira.


En aquella época, finales de los ochenta, el ambiente era más tenso debido a los riesgos de una nueva guerra a escala global, y si revisamos el historial de obras realizadas durante esa época, podremos darnos cuenta de que varias de ellas retrataban o intentaban interpretar qué podría suceder 30 años en el futuro.

Aquí la deshumanización se da gracias a la indiferencia por parte de los realizadores de estos experimentos sin importar si se realizan con seres humanos, lo único que buscan es el siguiente paso de la evolución humana a través de la tecnología, despojando a niños de su vida tranquila, viéndolos únicamente como herramientas para un fin.


Esto podría ser una interpretación de la conocida frase “el fin justifica los medios”.

Y esto no sólo se realiza con personas, también con animales, ya sea en empresas farmacéuticas y de cosméticos, entre otros, utilizando seres vivos como parte de sus pruebas. Aunado a que hoy día se nos haga común escuchar que países bombardean a otros, se realicen masacres, impunidad por parte de las autoridades, tráfico de personas y demás horrores, todo ello da como resultado que muchas veces ya nos sea indiferente, puesto que lo tomamos como algo “normal” en nuestro mundo, sabiendo cómo el ser humano es tan capaz de construir y ayudar como de destruir y dañar, inclusive a su propia especie.


Y es aquí donde el tercer punto entra en la ecuación: la necesidad por una divinidad salvadora. Aquel mesías que exima de toda culpa a la sociedad, representado en esta ocasión por el ya mencionado Akira, tratado como una deidad y leyenda por las personas de la ciudad, quien durante la película sólo había sido presentado mediante flashbacks y cuya identidad se mantuvo en secreto casi hasta el final del filme. Akira funge como la salvación que muchos habían estado esperando que llegara y el rival que Tetsuo, en su búsqueda por poder, querría hacerle frente y derrotar, empero, las cosas no resultan bien para éste último quien ve cómo su cuerpo se va deformando en una especie de masa horripilante, enfrente de su otrora mejor amigo Kaneda debido a que el poder que anhelaba no era soportado por su cuerpo y es ahí cuando el niño Akira hace su aparición, sólo para realizar lo mismo que hizo hace ya unos años, destruir para crear.


Así se da un nuevo inicio para la sociedad; una nueva oportunidad de redimirse y de aprender de los errores que se cometieron.

La dualidad de esto es muy importante ya que refleja que aún después de las guerras y desastres puede existir un periodo en cual podemos ser mejores y no volver a pasar por aquellas equivocaciones.


Al final, sólo queda Kaneda, superviviente de la explosión que arrasó con la mayor parte de la ciudad, viendo cómo su mejor amigo fue víctima de algo que tal vez nunca quiso, pero al menos sabe que ahora estará en paz, junto a los otros niños.

Así, la historia de Akira concluye, mas no sus significados, ya que, a más de treinta años de su lanzamiento, continúa siendo una historia relevante y fascinante, la cual refleja lo pútrida que puede llegar a ser una sociedad si no toma las decisiones correctas, despojándose de todo valor humano y alejándose de ello.

La deshumanización es algo que hoy día es evidente, y todo empieza desde muy abajo, en las calles, en nuestro hogares y si nos mantenemos indiferentes ante actos de violencia, tarde o temprano podríamos terminar como el ejemplo que retrata esta historia.





 

agosto 2021

Comments


  • Blanco Icono de Spotify
bottom of page