top of page

Año Bisiesto

  • Foto del escritor: Interlatencias
    Interlatencias
  • 16 sept 2020
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 13 ene 2021

septiembre 2020



Laura, una solitaria joven oaxaqueña que vive en el Distrito Federal, pasa sus noches acompañada de diferentes amantes pasajeros hasta que conoce a Arturo, el cual despertará en ella deseos ocultos y avivará traumas del pasado.


Esta es la pequeña premisa de la ópera prima de Michael Rowe, cineasta de origen australiano y nacionalizado mexicano en 2009, que en 2010 logró hacerse acreedor de la Caméra d’Or en el festival de Cannes, además de un Ariel por ópera prima y guión original junto a Lucía Carrera.


Durante hora y media de metraje, el filme coge dos temas como soporte vital de su narrativa: la soledad y la sexualidad, haciendo que éstas se fusionen en una simbiosis que nos acompañará de la mano por la vida de nuestra protagonista.




La ejecución de los recursos es evidente, pero es mediante el ritmo y la puesta en cámara que el director nos posiciona en la agobiada mente de Laura; planos fijos y sombras en cada rincón nos encierran en la misma cárcel de cuatro paredes que ella vive, haciendo que transpiremos la claustrofóbica soledad que inunda su vida diaria y el hastío que ésta representa para ella.


A la par de esta desolación se encuentran los fugaces encuentros nocturnos, que sirven como catalizadores sentimentales de Laura, convirtiéndose en un suspiro de su agobiante tedio diario, y que al mismo tiempo sirven como ventana para encarnar su mitomanía inconsciente.


El sexo siempre se mantiene al margen con coitos rápidos que concluyen en despedidas insípidas y olvidables, pero es especial una noche cuando llega con un nuevo hombre. De ahí en adelante él será el que la haga caer en deseos carnales que llegan al masoquismo, creando en ella nuevas fantasías con tal de intentar saciar esa sed pasional, la cual no es más que un espejo de su agonía.



En un país tan inveterado como lo es México es difícil concebir productos de la naturaleza de ‘Año Bisiesto’, y que si bien quizá no sea la mejor película mexicana, sí es un buen ejemplo de la osadía que debería de existir en la industria nacional. Una mirada provocativa a los sentimientos y la vida sexual que con tal de contar una historia no se autocensura en pro de ser un éxito taquillero. Productoras como el IMCINE, Canana Films y Machete Producciones han logrado aventurarse a producir este tipo de largometrajes que se salen de los moldes arquetípicos que estigmatizan el cine mexicano actual con muy buenos resultados.



 

Interlatencias Revista

Comments


  • Blanco Icono de Spotify
bottom of page