Beau tiene miedo, tiene miedo de sí
- Interlatencias
- 19 jul 2023
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 9 mar 2024
Crítica Interlatente de Susana Pedroza
“Hush now, baby, baby, don't you cry Momma's gonna make all of your nightmares come true Momma's gonna put all of her fears into you Momma's gonna keep you right here under her wing
She won't let you fly, but she might let you sing Momma's gonna keep baby cozy and warm”
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Tranquilo, bebé, no llores Mamá hará que todas tus pesadillas se hagan realidad Mamá va a poner todos sus miedos en ti Mamá te mantendrá aquí bajo su ala
No te dejará volar, pero puede que te deje cantar Mamá va a mantener al bebé cómodo y cálido
“Mother” Pink Floyd
Son características las atmósferas de horror y suspenso en la filmografía de Ari Aster, en ellas, las relaciones humanas resguardan en el tuétano —en el sentido anglosajón— lo bizarro. La figura de la familia funge un factor relevante en su filmografía para develar todo aquello de lo que no se habla cuando se cierra la puerta del hogar: la moralidad y vergüenza en Hereditary,(2018) la orfandad frente a la dinámica comunal en Midsommar (2019), el egoísmo y el abandono familiar en Basically (2014), la sexualidad en The Strange thing about the Johnsons (2011) y la sobreprotección parental, en Munchausen (2014). Esta última se encuentra firmemente relacionada con el tercer y último largometraje de Aster a manos de la reconocida A24 —últimamente fascinante para unos, odiada por otros—, Beau is afraid (2023), traducida para Hispanoamérica como Beau tiene miedo, radica su historia en las proyecciones parentales a hijos y lo enfermizo en que puede concluir la dependencia emocional de esta índole. Beau tiene miedo posee su primera interpretación a partir del nombre “Beau”, que integra a las primeras dos sílabas de la palabra beautiful, que significa “hermoso” en inglés o bello en francés. A partir del primer significado del inglés podemos asimilarlo como aquello que es bello, pero no logra completarse, que no logra ser hermoso.
La historia de la cinta reside en Beau, protagonizado por Joaquin Phoenix, un hombre de edad adulta cuya intención por visitar a Mona, su madre, debido al aniversario luctuoso de su padre, se ve mermada a causa de su caótico vecindario. Es entonces, cuando Beau recibe la noticia de que su madre ha muerto y debe a toda costa agilizar esa visita que no ha logrado anteriormente. Así, nuestro protagonista deberá enfrentarse a diversas lesiones, traumas y recuerdos sobre su infancia con su madre para dilucidar su futuro en una atmósfera kafkiana.
El lugar que Beau habita, un departamento en una zona marginada cuyos alrededores se encuentran inundados por personas en situación de calle, la muerte, las adicciones y las enfermedades mentales; contrasta a cada salida de nuestro protagonista, como un espacio ávido para la supervivencia, por un lado, y por el otro, una necesaria exposición a salir de su zona de confort. Esto, reflejado como un enfrentamiento al ritmo normal del mundo en el día a día estadounidense. Aunado a ello, quizá afirmando intencionalmente, la cinta retrata la situación de las adicciones —tan latente actualmente— en el panorama de esta sociedad, las acciones policiales y, en consecuencia, la transformación de este espacio en “tierra de nadie”.
Beau, entonces, preocupado constantemente, se altera por todo aquello, que por más sencillo o inofensivo que sea, pueda causarle la muerte, de modo que su pánico enfermizo ronda constantemente entre los límites de sus vulnerabilidades y la esquizofrenia. Las apariciones y desapariciones constantes de características en su entorno además de lesiones físicas que desde el inicio del filme se agregan al personaje, son asimilados al daño infundado por las presiones de su única familia: su madre.
La muerte de la figura paterna resulta en un complejo de Edipo mediocre sobre la vida de Beau, reflejado a través de diversas experiencias y presiones sobre la moral familiar. De este modo, la cinta refleja y cuestiona la racionalidad de las diversas formas de educar y amar de índole maternal. Asimismo, nos remite a cuestionar la representación de la figura paterna como aquella que cumple un papel de creador y dador de vida y finaliza cuando cumple su cometido, manifestado en nuestra actualidad en esta especie de violencia capitalista que somete a las vulnerabilidades en sus representaciones físicas. Esto, desemboca en el sentido de sobreprotección y temor constante que Beau desarrolla. Beau tiene miedo, tiene miedo del mundo, de las experiencias, de su sexualidad, de lo que ha construido su madre de sí y de su construcción propia.
Beau tiene miedo se funda en el género del horror y el suspenso con referencias visuales de Cronenberg y a las relaciones entre padres, madres e hijxs en la teatralidad cinematográfica de Terry Gilliam, con un escenario dantesco y un final catártico frustrado. Esto, adereza el desenvolvimiento de la historia en una constante kafkiana sobre la inocencia o la culpa que Beau tiende al sentir y vivir en su independencia. Al “tener una vida”, Beau “K.”, si lo llamamos de este modo, pretende descubrirse constantemente a sí mismo ante la dinámica moral de su madre, de la cual es víctima. Y precediendo a su juicio, reitera en espiral sentires sobre su pasado, presente y… ¿futuro?
Interlatencias Revista
julio 2023
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