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El olor fresco de la nicotina recién quemada

  • Foto del escritor: Interlatencias
    Interlatencias
  • 21 ago 2022
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 2 sept 2022

Cuento Interlatente de Axel Olvera Vega
 

“Repulsivo para el olfato, desagradable para la vista, peligroso para el cerebro y nocivo para los pulmones”

-Jacobo I de Inglaterra.


“Azúcar y tabaco son productos vegetales del mismo país y del mismo clima.”

-Fernando Ortiz



El tabaquismo es una de las principales causas de muerte y empobrecimiento en el mundo. Mi abuela y mi padre son consumidores desde que tengo memoria, incluso antes de que yo fuera concebido. Mi padrino fue consumidor hasta el día de su muerte. Si perdiera todos mis sentidos y sólo me quedase el olfato, el humo del cigarro me recordaría inmediatamente a ellos. El olor del humo del tabaco es ya indisoluble con la esencia que han dejado esas personas en mí. Sus cariños y cuidados me los dieron con cigarrillos en la boca, lo cual es irónico pues me convirtieron en fumador pasivo con severas consecuencias para mi organismo, pero como dice Lana del Rey en una de sus canciones “He hit me and it felt like a kiss. (Me golpeó y se sintió como un beso).”

La casa paterna está impregnada de ese aroma. Ya no el olor fresco de la nicotina recién quemada, se trata de un olor añejo, que ha penetrado en las cortinas, los sillones, el cabello, las manos y los labios de mis familiares. Al entrar a la sala es lo primero que se percibe, ese olor a humo de cigarro asentado que concatena muy bien con el ambiente lúgubre de las casas viejas que han visto demasiado dolor.

Siempre que vuelvo a ese lugar mi mente se invade con recuerdos, tanto malos como buenos. Es el simple olor lo que activa mi memoria. En cuanto mis fosas nasales lo perciben empiezo a recordar. Cuando mi abuela me enseñó a leer. Cuando mi padre me dio los mejores consejos. Las veces que recibí las noticias del nacimiento de mis hermanas. Cuando jugué, reí y fui muy feliz con mi padrino. El día que él falleció y el infierno que vino después. Los años de depresión. El día que dejé de vivir en esa casa y me despedí de mi abuela con lágrimas en los ojos. Todo convive en mi memoria, es una macabra dualidad de belleza y horror, de calidez y frío. Ahora, años después, estoy sentado en el techo de mi nueva casa, a kilómetros de mis abuelos. Es de noche y una tormenta ha acabado. El clima es bastante frío.

Prendo un cigarro, el humo pasa por mi garganta y mis pulmones, pero no siento nada. Es hasta que el olor llega a mi nariz que empiezo a recordar y siento calidez en el pecho.



 

Interlatencias Revista

agosto 2022





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