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Juventina

  • Foto del escritor: Interlatencias
    Interlatencias
  • 29 dic 2021
  • 1 Min. de lectura

Por: Andrés Ramírez




Entiende, Juventina, es que somos muy pobres.

Entiende, niña, que sólo nos quedan dolores.

¿No ves cómo las uñas se come Hilario?

¿O cómo las ranas persigue Macario?


Ya no quiero contar lágrimas en la mesa,

no son de tristeza, enojo o rencor,

sino el consuelo que mi cara besa.

Pero es un consuelo sin calor.


¿Recuerdas nuestro amor en la madrugada?

¿Recuerdas las caricias y la luz plateada?

Acuérdate, ¿dónde quedaron?


Ya peregrinamos a Talpa, buscando un milagro,

Juve, no dudes mi fe, yo a la virgen me consagro.

No nos olvidó, sólo se le acabaron,

o cometimos pecados que la plegaria mancharon.


Aún podemos irnos pa’l norte,

aunque con tanto chamaco será difícil el transporte.

También sé que están dando tierra,

allá, lejos de la puerca guerra.


¿Para qué quieres ir a esos cerros?

Allá solo se oye ladrar a los perros.

En Luvina sólo hay tristeza y chupe

Vamos mejor a pedir trabajo con Lupe.


El hombre es bueno, trabajador y honesto,

y si no, su compadre estará dispuesto.

Es todo, no se me ocurre nada más,

espero encontrar algo con lo que te alegrarás.


No quieres nada, no quieres ir a la Cuesta

con los Torricos, te sientes la modesta

y cualquier cosa que te digo te molesta.


De perdida te hubieras ido con las de Amula,

pero no quieres ni caballo, vaca, burro o mula.

Te asusta terminar como Matilde, la que pisaron.


Vámonos, Juventina, vayamos a un lugar mejor.

Eduvijes ya anda hablando de un temblor,

¿y para qué esperar si son peras o manzanas?

Este es sólo un llano en llamas.


 

Interlatencias Revista

Diciembre 2021

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