La cosa: una imitación perfecta
- Interlatencias
- 29 dic 2021
- 2 Min. de lectura
Por: Susana Pedroza

Ambientada en la Antártida y estrenada en 1982, La Cosa de John Carpenter se ha convertido en un hito de terror ante la historia del cine. En esta pequeña columna no hablaremos directamente del terror, ni de esas sensaciones tan inquietantes que nos provoca el leve body horror de esta peli. A mi parecer, la película esconde una pregunta en su historia más importante que el mismo placer de gritar agarrado de la butaca al verla. ¿Cómo podemos confiar en nosotros sin saber que podemos ser alguna imitación perfecta de nosotros mismos?
La cosa (1982) cuenta la historia de un grupo de investigadores que, entre el hielo, están encargados de custodiar y realizar experimentos en una base militar. Un día un perro llega a la base herido. Para ello, los personajes lidiarán con la aparición de un parásito que, una vez dentro de un cuerpo viviente, ataca y produce tumores hasta hacerlo explotar.
¿Qué es en realidad lo que nos aterra de este clásico cinematográfico? Me parece que la respuesta proviene directamente del nombre del filme. La cosa, se entiende entonces como un objeto o ser indescriptible. Algunas veces incluso es llamada con desprecio. Reflexiona sobre nuestro interior de humanos, en el cual, los fluidos, los músculos y la sangre conforman nuestro organismo y, a la vez contiene un flujo ordenado de los procesos que nos mantienen vivos. La cosa, desordenada, viscosa y húmeda retrata el temor al desorden, más preciso a la falta de simetría en los organismos. Tal como en la conocida filmografía de Lynch.
Si bien la película se desarrolla en un escenario poco explorado en las películas de terror, ésta cuenta con un parásito desconocido que obliga a los personajes a observar y ser observados. Sin nombre y sin síntomas al poseerla, jamás se podría identificar a un cambiaformas espectacular que escupe ácido. En el proceso de identificación la pregunta principal: Si yo fuera una imitación perfecta, ¿cómo sabrías que soy yo de verdad?, proviene de los labios de Childs. ¡Y es cierto!
Esta peli nos invita a preguntarnos día a día, ¿de qué manera identificamos que existimos y somos nosotros mismos? ¿Qué tan bien podríamos diferenciarnos entonces de una imitación tan perfecta de nosotros mismos si la encontráramos? Dentro y fuera del filme, la clave de nuestra respuesta es el apoyo de la memoria directa sobre nuestras acciones. ¿Será necesario albergar un parásito dentro de sí para conocerse por completo?
Interlatencias Revista: Columna
Diciembre 2021
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