Crítica Interlatente de Alejandro Cortés
«Por un lado, Narciso va en busca de interioridad, autenticidad
e intimidad; por el otro, tiende a rehabilitar el
espectáculo por sí mismo, el exhibicionismo lúdico
y sin trabas, la fiesta de las apariencias».1
Gilles Lipovetsky, El imperio de lo efímero
Se esperaba que Barbie (2023) fuera el éxito taquillero del verano, que materializara el mundo de la icónica muñeca y fuera una película llena de comedia; que Greta Gerwig (Sacramento, 1983) mantuviera los rasgos y temáticas que caracterizan su filmografía, que fuera un espectáculo de la cultura pop y su historia albergara un discurso feminista, porque, como lo sugería una de sus publicidades, Barbie puede ser todo, y Ken solo es Ken. Todo se entrecruza en la protagonista, en su viaje para restablecer su vida, en un mundo de plástico y colores saturados, en los momentos que, con la síntesis de una imagen, conjuntan todas las expectativas alrededor de una muñeca.
En contra de abordar la historia de Barbie desde un revisionismo histórico de su impacto en la cultura, repasando su creación y crecimiento comercial, o desde una comedia que replicara el tipo de tramas, con referencias incluidas de sus películas animadas, Gerwing y Noah Baumbach (New York, 1969), coguionista, crean para Barbie una historia de autodescubrimiento, en sintonía con el coming of age abordado por Gerwing en sus anteriores obras. Barbie estereotípica, interpretada por Margot Robbie, vive en Barbieland, una utopía, en donde las casas y todo el paisaje replican el diseño de los juguetes, en la que vive con muchas más barbies, como la Barbie doctora, física, presidenta y sirena, quienes ocupan los puestos jerárquicos en su sociedad, mientras los kens carecen de trabajo y su rol se limita a ser los pretendientes de las barbies. En Barbieland la vida es pacífica, todos los días son soleados y terminan con una fiesta. Barbie estereotípica repite la misma rutina cada día: se levanta con energía, camina de puntillas para verse en un espejo que solo tiene el marco, elige su ropa, se baña con una regadera de la que no cae agua, desayuna, aunque no coma nada porque todo lo que hay en su refrigerador es de plástico, desciende flotando desde el segundo piso de su casa, y pasa el día con las demás barbies. Pero un día su vida se ve alterada, despierta cansada, su desayuno está caducado, cae de golpe al suelo, sus pies dejan de estar arqueados y tocan el suelo, y tiene pensamientos intrusivos sobre la muerte. El mundo real la está afectando, y para volver a tener su vida estereotípica tendrá que visitarlo y encontrar a la niña que juega con ella.
Desde el inicio de la película se establece el discurso que quiere articular, uno que refleje la experiencia de ser mujer, por medio de Barbie estereotípica, quien se percibe como una imagen que ha empoderado a niñas y mujeres, al ser una inspiración para que logren ser lo que deseen; una percepción que se verá derrumbada al enfrentar un mundo real que está lejos de sus expectativas, en el que, al inverso de Barbieland, la sociedad está marcada por el patriarcado, en formas tan directas como el acoso que sufre al llegar a California, o de formas sutiles como al ver que en la junta directiva de Mattel solo hay hombres, pero también al enfrentar la imagen que tiene en el mundo real, relacionada con la cosificación y los estándares de belleza inalcanzables. Greta Gerwig propone la aventura de Barbie como una lectura del mundo contemporáneo, donde el feminismo ha cobrado una relevancia innegable en la discusión social; por medio de reflexiones sobre el ser mujer y críticas a las violencias y desigualdades que se viven en el patriarcado, que se abren paso en el contexto de una comedia, en ocasiones irónica, situaciones absurdas y un deslumbrante mundo de plástico.
La propuesta de Gerwig consigue su mejor resolución al explotar a Barbie como un icono visual. Con un esteticismo remarcado, que echa mano de los decorados, vestuarios y colores, se sintetizan ideas. Barbie, al igual que la reciente Asteroid City (Wes Anderson, 2023), remarca lo artificial de su mundo y sus personajes, para situar un marco a partir del cual leer el discurso de la película, una lectura desde lo camp, en la que, como señala Susan Sontag, «No será una lámpara, sino una “lámpara”; no una mujer. sino una “mujer”». 2 El discurso de la película se articula en las secuencias que crean imágenes que, con una mirada cómica, lo sintetizan: en unas niñas rompiendo juguetes que evocan la maternidad, en los pies de Barbie tocando el suelo, en una oficina de color rosa donde todos los directivos son hombres, en el montaje de representaciones de lo masculino, Silvester Stalon incluido (con el cual Ken, interpretado por Ryan Gosling, queda cautivado por el patriarcado), en el comercial de una Barbie con depresión, y en una sudadera multicolor con el lema “I am Kenough”.
En el artificio camp de Barbie es donde quedan mejor expresadas sus ideas, pero también es donde colisionan sus contradicciones. Sontag escribe que «La sensibilidad camp es no comprometida y despolitizada —al menos, apolítica—». 3 Gerwing articula un discurso feminista en imágenes camp, pero en el proceso encuentra sus límites. Por una parte lo camp se impone sobre la comedia satírica, haciendo que algunos elementos, como el personaje del CEO de Mattel interpretado por Will Ferrell, queden reducidos a la caricaturización; y por otra parte el discurso desborda el empaque camp, el caudal de mensajes de la película desemboca en un monólogo, y los momentos de catársis, como Barbie experimentando lo que es la tristeza o decidiendo ser humana, cambian a una estética naturalista, de colores desaturados, ritmo pausado y material de archivo.
Barbie, al igual que Lego: La película (The LEGO Movie, Phil Lord y Christopher Miller, 2014), acepta y hace referencia a su condición de comercial para un juguete, hace guiños a su historia con muñecas descontinuados y burlas sobre Mattel, con el ambiente laboral en la empresa o la evasión fiscal de Ruth Handler, la creadora de Barbie. La crítica a la empresa y a Barbie como objeto está presente en la película, pero se le señala de forma tan clara, con la remarcada caricaturización o con la adjetivación de Barbie como fascista, que la crítica se diluye en una risa inmediata, una crítica leve, tan ligera como el mundo de plástico. En la levedad con la que Greta Gerwing expresa su discurso crítico se encuentran las contradicciones de Barbie: el deseo de señalar al patriarcado, exponer consignas feministas y burlarse de la empresa que produce la película; pero hecho de una forma suave, didáctica, resumida, que logre ser un producto que inunde la cultura pop.
Se esperaba mucho de Barbie y al final logró mucho. El imaginario visual que propone y su tono lúdico de sátira al patriarcado, por superficial que pueda llegar a ser, consigue captar el estado político y social presente, en el que Barbie ya no podía ser la misma, en el que el feminismo se ha colocado como un tema central, del cual ya no hay vuelta atrás, en el que una sala se llena de risas al ver momentos que ironizan el techo de cristal o el mansplaining, porque se les reconoce como situaciones propias del patriarcado. Barbie, la muñeca que puede ser todo, logra ser algo más, un icono de la cultura pop que se actualiza, que genera miles de opiniones, que hace que los cines se inunden de rosa, que logra que las mujeres se identifiquen con alguna situación que Barbie vive en su viaje, que manteniéndose en su mundo de reluciente plástico evoca cambios sociales.
Referencias
Gilles Lipovetsky, El imperio de lo efímero: la moda y su destino en las sociedades modernas, Anagrama, Barcelona, 2002, p. 144.
Susan Sontag, “Notas sobre lo camp”, Contra la interpretación, Alfaguara, Buenos Aires, 2005, p. 360.
Idem., p. 357.
Interlatencias Revista
julio 2024
Comments