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Miércoles 30 de marzo de 1932: Santa

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    Interlatencias
  • 29 ago 2021
  • 3 Min. de lectura

Por: Axel Olvera



¿Cómo habrá sido ser un habitante de la Ciudad de México un miércoles 30 de marzo de 1932, caminar por la avenida Cinco de Mayo y dirigirse a comprar un boleto para sentarse en una de las más de dos mil butacas con las que contaba el Cinema Palacio, donde se estrenaría la primera película con sonido sincronizado en español? Esta pregunta rondaba por mi cabeza mientras veía Santa, dirigida por Antonio Moreno y protagonizada por Lupita Tovar. En esta época, en el 2021, damos por sentado el sonido en los medios ya que se encuentra siempre presente: en el cine, en la televisión, incluso llevamos música a todos lados gracias a los teléfonos celulares y los audífonos. Pero no siempre fue así, esto ha ido progresando y así como mis coetáneos y yo hemos sido testigos de avances y cambios tecnológicos, las personas de inicios del Siglo XX también experimentaron los suyos. Los cambios llegan, causan revuelo y se insertan en la vida de las personas hasta que comienzan a formar parte de su normalidad. Una película con sonido en 2021 es algo normal, pero en 1932 debió de haber sido algo muy especial y sólo nos queda imaginar cómo debió de haber sido presenciar ese hecho histórico, con las luminarias alumbrando la fachada del cine, la orquesta en vivo como parte de la ceremonia previa y con Federico Gamboa, autor de la novela en la que se basa el filme, como invitado de honor.


El hito se consiguió gracias a los hermanos José de Jesús y Roberto Rodríguez, quienes estudiaron electrónica y fotografía en Los Angeles. Años más tarde crearon el Rodríguez Sound Recording System que permitía la realización de películas con sonido perfectamente sincronizado. Con su regreso a México, en 1931, comenzaron la filmación de Santa, que fue anunciada como “la primera gran película mexicana”, inaugurando así y casi sin saberlo, el comienzo de la etapa del cine industrial en México.

Sobre la película, se trata de una adaptación de la novela escrita en 1903 por Federico Gamboa, la cual se encuentra enmarcada dentro del género del naturalismo. Este género se caracteriza por retratar la realidad de una manera fiel y cruda, casi de carácter documental, también servía como vehículo de denuncia social. Así es Santa, una ficción verosímil, con personajes ficticios en locaciones reales. Es casi una pintura de la sociedad de hace un siglo, una sociedad de contrastes claramente marcados, de opulencia y miseria, de valores sociales y de degradación e hipocresía.

La historia nos cuenta la vida de una muchacha oriunda de Chimalistac, en ese entonces un pueblo alejado del progreso del centro de la Ciudad de México. En las primeras escenas de la película vemos a Santa en el pozo de su pueblo intentando sacar agua, alrededor de ella hay animales como cabras, gallinas y mulas; escuchamos los sonidos que ellos emiten, el sonido del agua y el ruido de fondo típico de las plazas de los pueblos. Chimalistac está vivo y la vida parece configurarse en torno a Santa, pues todo parece brillante y limpio, casi idílico. Hasta que un fuerte sonido de caballos se hace presente y vemos que al pueblo está entrando un regimiento de caballería del ejército mexicano, comandado por Marcelino, quien se aprovecha de la inocencia de Santa para que se entregue a él.


La película le sugiere al espectador lo que sucede a continuación, nunca incurre en lo explícito. Tiempo después, Santa termina embarazada y Marcelino la abandona. La joven tiene que irse de casa pues sus hermanos mayores percibieron ese hecho como una ofensa y la exiliaron. Así es como llega al centro de la Ciudad y al no encontrar otra alternativa, comienza a trabajar en uno de los burdeles más exclusivos y elegantes. Es ahí donde el camino de Santa sigue en descenso y los vicios de la sociedad mexicana del porfiriato son expuestos, la pulcritud y el brillo de la vida en el pueblo es cambiada por la oscuridad de los burdeles con sus característicos sonidos: murmullos pesados, música alegre y sonido de copas al chocar.


La novela Santa es bastante densa gracias a las descripciones casi de carácter documental, es claro que al realizar una adaptación cinematográfica se pierden algunas cosas, pero no es de extrañarse que los hermanos Rodríguez hayan elegido esta adaptación para realizar la primera película con su invento: los sonidos son claros y la ambientación, tanto en lugares abiertos como en tugurios, se logra de manera perfecta.




 

Interlatencias Revista

agosto 2021

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