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Reflexiones sobre El Día que la Tierra se Detuvo de Robert Wise

  • Foto del escritor: Interlatencias
    Interlatencias
  • 14 mar 2023
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 9 mar 2024

Opinión Interlatente de Abraham Arellano

Los tiempos son turbulentos y perturbadores. Parece ser que la raza humana, la supuesta civilización, no ha aprendido a convivir con sus congéneres a pesar de haber compartido la tierra por miles de años. Ya desde los tiempos anteriores a Cristo existían riñas y conflictos a escala global. Si el Dios todopoderoso de la cultura occidental no pudo poner fin a las guerras y al odio hacia el prójimo, ¿acaso lo habría podido hacer una película estadounidense, estrenada en 1951, en la que se hablaba sobre el peligro de las armas nucleares y de la peor arma en la historia: el hombre?


The Day the Earth Stood Still, del estadounidense Robert Wise, es una cinta bajo los cánones de la ciencia ficción, género cinematográfico en el que la carga filosófica, ética y demás cuestionamientos humanos juegan un gran papel, aunque se camuflajean de manera que las películas sirvan como éxito taquillero. Este tipo de películas pueden entenderse como un producto destinado para las masas, pero también se deben considerar los tiempos en que fueron realizadas. Cuando el filme de Wise fue lanzado a los cines se vivía una de las guerras más longevas y que, al día de hoy, sigue dejando vestigios: la Guerra Fría.


Ahora bien, este brevísimo contexto de la película nos permite entender mucho mejor las implicaciones y el subtexto dentro de la misma. En The Day the Earth Stood Still podemos encontrar una fuertísima carga política, social y ética. Ya desde los primeros minutos se observa la arista política e ideológica: la cinta comienza en Estados Unidos. Es esto mismo lo que nos hace ver una parte de la ideología norteamericana impuesta en el séptimo arte: Norteamérica es el centro del mundo. El lugar donde los alienígenas llegaron a hacer contacto es Washington D.C., la capital del “mejor país del mundo”, aquél que clama paz y libertad para los demás. Cuando el alienígena de nombre Klaatu aterriza, lo primero que los gringos hacen es disparar; actúe primero, investigue después. De esta manera podemos ver cómo funciona el mecanismo lógico estadounidense. Es el temor a lo desconocido lo que mueve al soldado a apretar el gatillo. Con este soldado y su pistola encontramos un comentario ético: no porque él porte un arma y tenga “permiso” de matar le da el derecho a lastimar a alguien, sin importar que venga de otro planeta; no porque podamos actuar, debemos hacerlo.


Pensando en el ensayo Technology and Ethics in The Day the Earth Stood Still (Tecnología y ética en El día que la tierra se detuvo), del escritor Aeon J. Skoble, el autor menciona una frase que se me quedó impregnada, no por ser verdadera, sino por la consternación que despertó en mí: “indeed there are two reasons why we should not [Kill an alien]: first, it's only justifiable to kill an alien who is attacking you…”1; pareciera que el escritor busca acreditar una acción bélica, algo que él mismo condena. Esto nace desde una idea primigenia: ¿Por qué el ser humano cree que lo primero que llegará es un ataque de alguien desconocido? Pareciera que el autor justifica el matar a otro, no importa su procedencia.


El miedo que cunde en la población una vez Klaatu escapa del hospital es la parte social de la película: así comienza la caza del extraterrestre en suelo norteamericano gracias al poder que tienen los medios de comunicación y su fácil manipulación para llegar al pueblo.


El ejemplo más marcado de cómo una ideología puede moldear a la sociedad es Tom, el interés amoroso de Helen Benson. Es él, en un intento de triunfar en un mundo que le dicta que sobresalga a como dé lugar, quien entrega la ubicación de Klaatu a las autoridades. A Tom lo único que le importa es el bienestar propio. Nunca se detiene a pensar que esto puede perjudicar a sus iguales. Ni siquiera toma en cuenta a la persona que él jura amar, y lo único que gana es que Helen se aleje mientras él grita, insultado, que se arrepentirá cuando él sea famoso. Toda esta cultura enfermiza capitalista que dicta que uno debe sobresalir envenena a la sociedad, el pensamiento y su comportamiento en su entorno. Esta acción de Tom da pie a lo que sería la implicación ética dentro del filme: Klaatu corre a la reunión convocada por él y el profesor Barnhardt en la que quiere advertir que su misión es erradicar el mundo si éste no desiste de usar armas nucleares, debido a que no solo ponen en riesgo a toda la humanidad, sino a toda la galaxia. Es aquí cuando el uso del género de la ciencia ficción funciona para hablar de un tema del presente: la galaxia es el recurso dentro de la ficción que sirve para hablar de algo de una escala más diminuta y de la realidad: nuestro planeta. El extraterrestre es la figura empleada para que el dilema se vea desde una perspectiva mayor. Un humano sería ignorado dando el mensaje que da el extraterrestre. Klaatu es el vehículo para la voz del raciocinio: las armas nucleares sólo terminarán por acercarnos más y más al abismo del que no hay retorno. No necesitamos volver hacia la Guerra Fría para entender este dilema, sino ver en nuestro presente las constantes pruebas nucleares de Corea del Norte o las tantas amenazas que se hacen las potencias armamentísticas en el mundo con el reciente conflicto entre Rusia y Ucrania.




Volviendo a la cinta, antes de que logre llegar a la reunión, Klaatu es asesinado por el ejército estadounidense, ya que ellos consideran que es lo correcto. ¿Es lo correcto acabar con la esperanza de la humanidad por el simple hecho de tenerle miedo a algo que desconocen? Parece ser que sí.


Tras unos sucesos que le regresan la vida a Klaatu, él enuncia a todos los presentes que todavía tenemos tiempo de frenar la tragedia que se nos avecina teniendo armas nucleares. Él no busca mostrarse con una postura paternalista, a Klaatu no le importa lo más mínimo cómo llevamos nuestros conflictos. Lo que le incumbe es que nosotros, con nuestros asuntos, pongamos en peligro a los demás planetas.


Aunque el mensaje idealista que trata de dar The Day the Earth Stood Still suena hermoso y lógico, la única verdad es que, en todos estos años de historia, de ires y venires, de paces falsas y de miedo latente, la humanidad sigue atentando contra sí misma sin pensar en que los daños causados pueden ser irreversibles. La advertencia hoy solo sirve como un eco. Una esperanza que antes de haber llegado al mundo nació muerta debido a la batalla de egos que libran diariamente los dirigentes de las potencias. Quizá es una forma demasiado pesimista de ver el mundo, pero lastimosamente, por más que los ciudadanos tengamos la intención de conducir al mundo a la paz, hay unos cuantos que con solo apretar un botón podrían erradicar toda la vida en el planeta tierra. Mientras este tipo de armas y poder sigan en manos humanas, nuestro futuro pende de un hilo delgadísimo que, si quisieran, podrían cortar en este mismo instante. ¿Qué diría Klaatu de nosotros si regresase a la tierra y viera que estamos igual o peor que el día de su partida? Probablemente se decepcionaría y ordenaría a Gort acabar con lo que conocemos como civilización.


1. “En efecto, hay dos razones por las que no deberíamos [matar a un alien]: primero, sólo es justificable matar a un alien si te está atacando…”

Referencias


Interlatencias Revista

marzo 2023



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