Todo para los poetas
- Interlatencias
- 14 jul 2023
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 21 jul 2023
Poesía Interlatente de Ian García
Todo para los poetas, amigo mío.
La gloria sin cuento y nuestra memoria.
Las risas de las adolescentes enamoradas,
el estupor erudito
de los académicos
y los mejores años de los críticos.
El respeto
de los condenados a muerte.
Las horas insomnes de los presos
y de los niños.
Esa cosa que llamamos inmortalidad:
el cielo de nubes pintado
por una mano genial a punto de las lágrimas
y las últimas palabras
de un hombre bondadoso.
Todo para los poetas, compañero.
La rosa que florece sin porqué
cuando la esperanza se ha terminado.
Los cantos enfebrecidos del ruiseñor
en un rincón insospechado del jardín
y una postal enviada desde el país ausente
de los dioses de piedra y los eunucos.
Y los suspiros del torpe novelista
que en madrugadas de trabajo
ha soñado con alguna vez alcanzar el hondo sentido de las palabras
arrancadas a la noche,
con algún día rasguñar siquiera su superficie,
su capa fina de exterioridad,
de máscara sobre las cosas echada,
sobre las cosas ocultando el rostro,
la figura y su llanto.
Todo para los poetas,
mi hermano y mi confidente.
La cruz, el suspiro y la carne.
Las olas del océano imponente,
sus aguas profundas —secretas—,
y la barca del viaje y nuestro mapa
perdiéndonos siempre en otros cuerpos.
Y también la llegada, la mujer y el testigo.
Sus alegrías encendidas —humanas—,
las ciudades —finalmente—, y sus torres
históricas, sus mezquitas y el desierto
que surcaron los niños de la Cruzada.
Las pirámides, las dunas, esa selva
de los sacrificios al sol y a la lluvia. La casa.
Todo para los poetas. Especialmente
los amantes en la buhardilla parisina
y su sombra sobre la ventana recortada,
como la silueta primigenia de los animales
pintada a pulso sobre las paredes de la caverna.
La música de fondo que exhalarían los altavoces
en un volumen bajo que no despertara a los vecinos.
De pronto, el hipotético beso,
los miles de besos conjeturales;
y en sus cabezas, arriba,
los aviones de combate
que supervisaran el corazón de Europa.
¿Por qué demonios, amor,
hemos consentido la sangre?, preguntarían.
Esculapio tiene la respuesta.
¡Todo para los poetas! Excepto
la fama, la riqueza y la vida.
Para ellos el Parnaso,
las alegorías,
el abismo,
los pozos,
y caminar arrastrándose por los callejones,
esculpir en la basura, dormir
en un jergón de lana, retorciéndose
de alegría, con un desfile de sueños dantescos
entorpeciéndoles las sonrisas,
enloqueciéndolos de certezas.
Y los hospitales y los funerales,
esas fiestas
en donde los invitados danzan sobre las tumbas
de las que emana una voz.
Esa voz.
¿Escuchas?
Todo para los poetas, compatriota.
Todo, salvo la tierra,
los países y las familias. A los poetas:
el exilio, la habitación de hotel,
el revólver,
unos ojos extraños —amigables—,
escrutando sus propios ojos
en los inviernos inmortales de Moscú.
Para los poetas, el adagio y los susurros.
El espléndido sentimiento
de rezar sin rezar
a un dios que no responde.
Religiosamente rogar a las palabras,
a su contenido mudable,
permanecer un instante de bondad
y de beatitud.
Para los poetas, el asombro,
su perenne sensación de extranjería.
Seres extraños en una ciudad de gente noble.
De gente innoble.
De gente que es gente como ellos.
Para los poetas la gravedad de las palabras.
Su cadencia.
Su precisión ¡y su filantropía!
Que el poema sea como el beso,
como el abrazo sentido,
como el quejido que soltamos
cuando un amigo nos cuenta que ha muerto su padre
presa del ahogo,
del bombardeo y de las balas,
y nosotros
no sabemos qué decir.
Ian García
(Distrito Federal, 1997)
Es poeta, narrador y ensayista. Vive en Cracovia, Polonia, donde enseña español para extranjeros. Ha publicado poemas y cuentos en variadas revistas literarias y antologías de México y España: Cuatro versos (Monterrey, 2017), Autor/La nueva
generación de escritores hispanohablantes (Madrid, 2018), Polen (Guanajuato, 2020), y Los demonios y los días (Guanajuato, 2022).
Instagram: @iangarciasan
Interlatencias Revista
julio 2023
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